Sobre el libro “Con mucho sentimiento… y algo de razón”, de Roberto Stimler.
Por Alejandro Manrique
“El corazón tiene razones que la razón ignora” expresa una de las tantas citas adjudicadas al genial científico y filósofo francés Blaise Pascal (1623-1662), con la cual sostenía que el hombre capaz de razonar también estaba dispuesto a abrir su corazón, capacidad ésta que llamaba pensamiento y que hace a su más esencial condición de ser humano.
Mucho se ha escrito sobre la razón y el sentimiento, y el necesario equilibrio que demandan al comportamiento humano en sus más variadas manifestaciones. La emoción frecuentemente choca frente al pensamiento racional y en ocasiones se impone, especialmente al tomar decisiones muchas veces importantes.
Esa dicotomía no parece perturbar a Roberto Stimler, quien desde su libro “Con mucho sentimiento… y algo de razón”, publicado por Editorial MB (2019, 178 páginas), nos transmite información acerca de la naturaleza y cómo el hombre ha tratado de conocerla a través de la ciencia y la tecnología, así como temas inherentes al ser humano en diversas facetas: el amor, la educación, la emigración, la nostalgia, el respeto, por mencionar algunas que se incluyen en la obra.
Oriundo de Yugoslavia, Stimler llegó a la Argentina en 1952 con casi nueve años y se radicó en el país junto a su familia. Es ingeniero en telecomunicaciones por la Universidad Nacional de La Plata y docente universitario desde su arribo a Mar del Plata, donde se desempeñó como profesor de física en la Facultad de Ingeniería de la universidad local durante 33 años hasta su retiro y ejerció varios cargos académicos.
El libro de Stimler recopila algunos de los escritos que lo inspiraron durante décadas en muchas cuestiones que le apasionan y preocupan, que de cierta manera resumen su vida y obra. Un texto breve, de lectura ágil y rápida que se divide en cuatro partes, bien delimitadas en su temática abordada.
La primera, dedicada a la naturaleza y ciencia, muestra una serie de artículos de divulgación científica dedicados a fenómenos de la física, una de las pasiones del autor, a través de experimentos sencillos que explican algunas leyes de la naturaleza y la vida diaria.
La segunda parte agrupa textos sobre la educación y la enseñanza, especialmente en los institutos de formación docente, en los que ha intentado promover las clases de física y química para los alumnos en pos de solucionar falencias educativas. Su dedicación y esfuerzo se vieron frustrados con obstáculos, según nos indica, debiendo sortear algunas peripecias que no amilanaron en absoluto su enorme tenacidad en la iniciativa. Baste mencionar su proyecto “Ciencia Móvil”, con el fin de llevar la ciencia a las escuelas primarias y secundarias mediante simples experimentos, que –pese al denodado esfuerzo personal y tiempo dedicado- finalmente no se materializó.
A su jubilación en la facultad, en 2013, le agregó un toque bien emotivo cuando se despidió de los alumnos, colegas y profesores mediante un mensaje que conmovió e hizo derramar un lagrimón a muchos de ellos. Las respuestas individuales, llenas de
gran afecto, extrema calidez y un merecido reconocimiento personal, aparecen inéditamente publicadas en un apartado que refleja su bonhomía y afabilidad con todos.
Y si se trata de su compromiso con la sociedad y la justicia, la tercera sección abarca párrafos inspiradores sobre el accionar humano. Entre ellos: su mensaje por la paz en ocasión de la disgregación en la década de 1990 de su Yugoslavia natal; su preocupación por la educación de la juventud, la equidad social y la ética bien entendida; su decepción con la “viveza criolla” y los dirigentes que lo defraudaron más de una vez en el país que adoptó para vivir. Porque de inmigrante europeo se convirtió en un argentino más, preocupado por los acontecimientos políticos y el devenir económico social.
El contenido de la última sección, dedicada a la inmigración, las nostalgias y el amor, pinta de cuerpo y alma en forma genuina al autor: un romántico empedernido, tal vez difícil de encontrar en los tiempos que corren actualmente. Se hallan allí comentarios conmovedores sobre la inmigración y todo lo que conlleva la migración humana a tierras lejanas. Así, el autor evoca su niñez, a sus padres, a su pueblo natal Zemun (hoy integrado como municipio de la ciudad de Belgrado) y otras tantas cuestiones asociadas. Dedica las páginas finales, llenas de ternura y apego, a su familia e hijos.
En forma clara, sencilla y sincera, Stimler desgrana su vida y pasión por todo lo que hace en un intento por transmitir su acción y sentir, que resume en una frase que le pertenece: “…a alguien algo de esto ha de servir…”, nada más simple y a la vez audaz para alguien que quiere ofrecer su conocimiento desde su fuero más íntimo y lo plasma en páginas con fuertes vivencias que quedan para el perdurable recuerdo.